Y todo eso es ahora/and all that is now
Sebastián se había vuelto artesano, era bastante bueno para la edad que tenía, con eso, nos fuimos para allá. Nos llevó un tío hasta la ciudad de Córdoba en su camión y la terminal, nos tomamos un micro hasta Capilla donde nos fuimos a un lugar que le dicen El Faldeo. Había decidido volver a Córdoba, ahí quería encontrarme con un amigo de aventuras de la secundaria, Pablo. Lo único que sabía era que vivía en la calle Deán Funes al 4900, en una esquina. Llegado a Córdoba, fui hasta la casa, avisándole por teléfono público, que me esperara en algún lugar donde lo viera, así no me perdía, sin mapa del ACA de Córdoba y menos Google maps, me fui caminando una distancia sideral desde la Terminal hasta su casa, le tenía mas miedo al micro que a meterme en cualquier calle y perderme, algo que se ha vuelto habitual en mi cotidiano. Llegué a Deán Funes, Pablo estaba en la esquina de su casa esperando, nos abrazamos e hicimos lo que hicimos siempre, sentarnos a fumar y conversar, contarnos de nuestras vidas en ese año que no nos habíamos visto. Sin mas redes sociales que las cartas manuscritas enviadas por correo, con mucha suerte, una vez cada 4 o 5 meses. Se hizo la noche y después de escuchar un cassette de Ramones como 10 veces, charlábamos de los discos que había comprado en Córdoba, antes de irnos a Capilla del Monte, después de patear la peatonal un rato, y donde hay disquerías, el cuerpo se mueve solo. La noche se hizo más de noche y pusimos la radio, estábamos en su habitación echados con algunos de sus amigos del barrio mientras buscábamos la Rock & Pop de Córdoba, la sintonizamos y escuchamos un programa de Blues que sonaba en ese momento, yo solo escuchaba la voz del locutor y el trabajo del operador, como mezclaba, como enganchaba, si subía bien o no la cortina, si dejaba el mic de aire abierto, etc. Decidimos pedir un tema, Pablo se encargó y preguntó mientras llamaba, ¿al final qué pedimos? De golpe hacemos silencio, el tema que sonaba, un blues con demasiado whisky y voz tan aguardentosa que dejaría a Tom Waits sin trabajo y con síndrome de pentagrama en blanco por varias vidas, llegaba a su fin, hay un bache de milésimas de segundos y el operador le da aire al conductor que nos cuenta lo que estábamos escuchando. Comienza a despedir el programa, queda un minuto ya y de nuevo, hay un bache. El conductor retoma el aire con estas palabras: Es al día de hoy, que Eclipse está clavada en esa Imagen Sonora, iluminando al conductor elaborar esas frases, siendo cómplice con Pablo en esa muestra de afecto y camaradería, sabiendo lo importante de los códigos y de los vínculos creados en períodos de formación y volantazos que uno debe pegar en su vida. Aún no olvido ese fin de semana, donde hubo más aventuras aún, ligadas a los Pistols, a más Ramones, a Bon Jovi, a Nirvana, pero esa noche fue la del ECLIPSE hasta muy, muy entrada la madrugada. PS: Si alguien conoce al conductor del programa de Blues que iba en verano, por el ’95, en Rock & POP Córdoba, precisamente sábados de madrugada, que pase el contacto.
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